Fue el espejo quien atrapó sus colores hace mucho tiempo…la furia se encargo de romper todo lo que rodeaba el salón, aterrorizada ella cerró los ojos y no perdió la concepción de estos mas sí de lo que reflejaban sus espejos, esa extensión inverosímil de la realidad…no real. Quedó entonces, una dama blanca de papel, que sueña con la sangre azul. Trémula, aún recorre los pasadizos estrechando contra su pecho a la diminuta muñeca de algodón, a quien protege del miedo.
Ahora su camaleónico reflejo entraña las frías paredes del sanatorio, transmutándose en aquellos seres a los que difícilmente se encuentra bajo el sol. Su rostro me recuerda a los corredores de pulcros auspicios, que poco contrastan con los que ahí, esperan en silencio.
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